lunes, 9 de diciembre de 2013

Meditaciones sobre el ""Agradecimiento y el Dolor"

Paz y Felicidad para todos nosotros...los pobres de la tierra.


Al decir pobres no es que esté diciendo que seamos los parias o indigentes que deambulan por nuestras calles, ( ellos además de paz y felicidad necesitan hogar y alimentos y sobre todo, no estar solos y abandonados)  buscando la forma de poder comer algo cada día o unos cartones que calienten sus huesos en un rincón guarecidos del frío de la noche,! la connotación de pobres les viene ancha,! ya no son pobres!, son desechos humanos ... la verdad no se como nombrarlos, encontrarse en ese estadio, donde ni siquiera parecen personas...  tienen el color del humo de los coches, y su mirada esta vidriosa y perdida, sin embargo y sin desearlo, su presencia  nos escupe a la cara cuando nos encontramos con ellos, los vemos tirados en el suelo, rodeados de gente que no quiere verlos y de establecimientos repletos de falsa ilusión navideña, " ellos " son la realidad  mas lacerante de esta sociedad opulenta, corrupta, ignominiosa y cobarde en la que participamos todos, en mayor o menor medida. Es una realidad tremenda, en la que nos hemos acomodado y resignado como algo inevitable, forman parte del paisaje,! nos da absolutamente igual!. Mala suerte, y Virgencita que a mi no me toque.
A si es, y por tanto hay que cambiar, ¿el que?  Nosotros tenemos que cambiar nosotros y que la cara se nos caiga de vergüenza por permitir estas injusticias. Si tomamos conciencia podremos cambiar lo que no, nos gusta, y las pobres personas, tiradas por  el suelo pidiendo limosna, no, debería  gustarnos (si lo se, no, nos gustan verlos a si)... pues tampoco pueden sernos indiferentes.

 Siempre encontraremos motivos  para agradecer a los que nos rodean  con su ayuda y su cariño. Dar gracias, por no caer en la desgracia, por que nadie está a salvo de un golpe de tan mala suerte.


 A si que debo dar las gracias por todo lo que la vida me ha dado, sobre todo la posibilidad de haber podido trabajar en la oficina de mi hijo, como ya comenté en la entrada de este blog...- " A pesar de todo vivir me parece maravilloso"-

Ahora, cuando cada mes me ingresan la pensión, aunque no sea mucho, a mi, me permite, poder vivir, y siento agradecimiento hacía mi hijo, que posibilitó sin tener necesidad de hacerlo, el trabajo que me ofreció durante quince años.


El motivo de empezar esta entrada  no era solo la pobreza,  también el dolor.
 El motivo son unas páginas que me han gustado de un libro que estoy leyendo.
 Un libro recomendado por otro de mis hijos, el mayor de todos,  se titula..." El Nombre del Viento"
ahí os dejo una de sus páginas

Quizás la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades.
La primera  es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño.
Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se proteje del dolor, pasando por la primera puerta.
La segunda es la puerta del olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible.  El dicho de que el"  tiempo todo lo cura" es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta.
La tercera es la puerta de la locura. A veces la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. Aveces la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad.
La última puerta es la de la muerte. El último recurso. Después de morir nada puede hacernos daño,o eso nos han contado.




Autorretrato : Pintura a Oleo
de Isabel Cantero.


 A  pesar de todo me ratifico en lo dicho; "vivir me parece maravilloso"